Quiero agradecer a Perla que abra el espacio para la discusión sobre la posibilidad de que la Guía ISO 26000 sea objeto de procesos de certificación. El que importantes organismos empresariales internacionales manifiesten su preocupación al respecto nos hace creer que hay intenciones en ese sentido, si bien el tema no aparece oficialmente en la agenda reciente de noticias de la organización; sí se ha planteado en cambio, a nivel local, por cuenta de algunas entidades de normalización. Me gustaría proponer una reflexión al respecto desde tres ángulos diferentes: el ético, el formal y el informal.
En el primer caso, no parece fácil explicar que un documento que desde el comienzo se ha manifestado en contra de la certificación y de la posibilidad de erigirse en barrera comercial, ahora dé un giro de 180° para ubicarse justamente en la posición contraria.
Desde el punto de vista formal, uno de los principios rectores en el desarrollo de normas es el consenso, que se considera inexistente en presencia de “oposiciones sostenidas” de alguno de los stakeholders. Si esa es la postura de los representantes de la industria, como parecen sugerirlo las comunicaciones recientes, ¿cuál es el futuro del debate?
Finalmente, desde la perspectiva informal, independientemente de la forma como se concrete un proceso de certificación a la sombra de la Guía ISO 26000, bastaría con que una empresa debidamente posicionada en el mercado decidiera tomar una decisión en tal sentido y darle publicidad, para que se inicie la cadena de certificaciones en el mercado. Entonces, todos los cuestionamientos formales pasarían a un segundo plano y el asunto sería en adelante un problema de competencia y competitividad.
No podemos desconocer el liderazgo que ha asumido ISO en la materia, que se refleja en su capacidad de convocatoria de los principales actores del escenario social en el mundo entero. Cabe por tanto preguntarse si no corre el riesgo de dar al traste con todo el proceso al promover –aunque sea tácitamente- la posibilidad de las certificaciones, y lesionar con ello su propia credibilidad. ¿No sería más bien la oportunidad para una revisión estratégica de las nuevas perspectivas de canalización del diálogo social a gran escala?
De la forma como la ISO gestione este debate dependen muchas y muy importantes consecuencias de orden político y social, en momentos en que los principales organismos multilaterales son fuertemente cuestionados por la pérdida de su capacidad operativa, mientras se hace más patente la necesidad de una intervención efectiva de su parte a nivel mundial.
Juan David Enciso Congote
http://www.empresaydesarrollo.blogspot.com/
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